(Sábado, 20 de diciembre de 2003)Estamos a unos 1500 mts. de altitud, en la cima del Puerto del Topo. Lo que era una excursión de un rato se convirtió en una buena caminata por toda la cumbre, dando vistas a los valles y escarpados tajos de Los Quejigares que laderas abajo terminan en Carchelejo y Carchel, y más abajo aún, en el rio Guadalbullón, en la autovía Jaén-Granada.
La tarde se iba. El cielo se perdió. La noche estaba ahí cerca y mi confianza era grande en encontrar el camino de vuelta desde la vaguada del Puerto que un día estuvo sembrada de cereales y que conocía de ir de caza con mi padre de pequeño. Pero al mismo ritmo que oscurecía se perdía la oportunidad de encontrar algún camino. Entre encinas, pinos, quejigos y retamas los cuatro, mis hijos y yo, nos dejamos caer pendiente abajo durante unos 500mts. hasta encontrar los primeros olivares. Y allí, en lo más alto donde los coches pueden llegar, estaba el SEPRONA, el servicio medioambiental de la Guardia Civil. Creían que éramos cazadores furtivos. Charlamos un rato y nos volvimos en su coche hasta la cabaña.
(Texto del Cuaderno de la Huerta)
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